Varones trabajando para erradicar el machismo


Una experiencia sobre nuevas masculinidades en Ecuador



El año dos mil un grupo de hombres nos preguntamos sobre nuestro papel en hacer efectiva igualdad de Derechos, sobre todo las causas por las que usamos la violencia, no solo contra las mujeres que comparten nuestros espacios cotidianos, sino también con quienes forman parte de nuestras familias y con otros hombres.

Una de las metodológicas usadas para trabajar con hombres fue la ejecución talleres desde el Enfoque de Género, evitando conceptos aparejados a discursos, con escuchas inmóviles desde sus asientos, o certezas inamovibles; con preguntas para la reflexión y diálogo, actividades lúdicas y dinámicas que movilicen saberes y experiencias y motiven nuevas formas relacionamiento empático entre varones; con juegos para aprender a cooperar, divertirse sin perdedores y ganadores.

El objetivo de los talleres es promover la reflexión y el dialogo entre hombres para tomar conciencia el nivel de influencia del machismo, desaprenderlo y proponer otras formas de vivir nuestra masculinidad igualitaria, se aplican ejercicios educativos lúdicos, vivenciales y colaborativos, se evita juzgarnos, con libertad para equivocarnos, se práctica el respeto y se desarrolló de la empatía.

Iniciamos conociéndonos, sin etiquetas y apariencias, con nombres, que nos gusta y no deser varones, que nos hace sentir felices y realizados, tristezas y sueños. Frente a la pregunta inicial ¿Cómo dicen que son los “hombres de verdad”? en la vida cotidiana, en la casa, en el barrio/comunidad, en el trabajo; de la resistencia inicial, tomar conciencia de la realidad duele, se pudo reconocer un modelo de ser hombre “de verdad” legitimado a nivel cultural y social, con una masculinidad machista, patriarcal y hegemónica, caracterizado con el uso y abuso del poder dominante, que controla, con identidades duras, cerradas, y a lo largo de la vida se convierte en una coraza interna que se muestra a través del control de otras personas con menos poder y hasta puede causar daño. Se reconoció que, aunque esa forma de masculinidad machista es hegemónica, también hay pocos hombres que no la ejercen, y pagan con creces esa falta, recibiendo insultos y rechazo de la mayoría de otros hombres y mujeres, al ser considerados “poco hombres”, con palabras como “mandarina” o “mariquita” porque asumen responsablemente el trabajo doméstico o no comparten la “pasión” por el “rey” de los deportes, el futbol.

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Jorge León León
Julio 2018

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