Diversas y desiguales


Tomada de la edición impresa del 08 de marzo del 2010


Andrea Aguirre Salas
andrea1@sindominio.net


“¿Qué es el Día de la Mujer? ¿Es realmente necesario? ¿No es una concesión a las mujeres de clase burguesa?”, eran preguntas vigentes en 1913, cuando Alejandra Kollontai, militante socialista y feminista rusa, argumentaba sobre la necesidad de posicionar un día de la mujer como espacio de expresión mundial de problemáticas y reivindicaciones políticas del “miembro más degradado, tanto legal como socialmente, de la clase obrera”, y diferenciaba con claridad: “¿Cuál es el objetivo de las feministas burguesas? Conseguir las mismas ventajas, el mismo poder, los mismos derechos en la sociedad capitalista que poseen ahora sus maridos, padres y hermanos. ¿Cuál es el objetivo de las obreras socialistas? Abolir todo tipo de privilegios que deriven del nacimiento o de la riqueza.”

Cien años más tarde, el mercado como sistema aparentemente ineludible de regulación de las relaciones socio-económicas y el discurso liberal de igualación social en una ciudadanía estéticamente diversa, pero con voluntad generalizada de identificación con el perfil del ciudadano ideal, encubren las diferencias y la desigualdad sistémicas, de muy larga duración, constitutivas de nuestro país. Como decimos las compañeras de la CASA feminista de ROSA, visto a ras del suelo, desde lo cotidiano, lo singular, lo comunitario, lo marginal, las mujeres no somos “felizmente diversas”, somos desiguales y lo seguiremos siendo mientras el mundo esté organizado en la distribución inequitativa de los recursos materiales (es decir, de re-producción de la vida) y de expresión (es decir, de pensamiento y acción pública), que exige el sistema capitalista como condición de su existencia. La mayoría de nosotras somos realmente diferentes del patrón masculino de gobierno y entre nosotras, y ahí radica nuestro poder transformador.

Es así que los objetivos de quienes defienden privilegios (económicos, sociales, políticos) en este mundo tal cual es, en realidad no son los mismos ni pueden colarse en la misma fiesta que los de las mujeres desiguales que (se) resisten (a) la violencia machista, racista y económica; mujeres diversas que a nivel de lo local conservan o van inventando diferentes modos de organización de la producción, distribución, vida cotidiana; mujeres que se organizan contra la desigualdad no solo material, como pretende el discurso oficial liberal, sino de acceso a la palabra pública y a la construcción del mundo desde situaciones sociales y territoriales diversas.

El 2010, año de la Movilización Feminista Popular y Ecologista convocada por organizaciones de mujeres de sectores populares, se inaugura con el reto de construir colectivamente un feminismo que confronte las dinámicas de encubrimiento de la diferencia y la desigualdad, y pasa por la reapropiación del 8 de marzo como día de las mujeres trabajadoras, empobrecidas, desplazadas a las ciudades por las inversiones capitalistas salvajes, oficialmente excluidas del sistema nacional de producción, sexualmente diversas, culturalmente diferentes, organizadas... y quienes desde las clases medias urbanas participamos lo hacemos con el compromiso de transformar nuestra vida cotidiana en el diálogo no impositivo, para que todas podamos florecer.

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