El autoengaño de sentirte deconstruido
Los hombres deconstruidos no existen porque entender esta acción como un participio pasado, nos impide darnos cuenta de que en realidad, consiste en asumirla cada día en un presente continuo infinito. Foto: Fabrizio Verrecchia/Unsplash Sentirse deconstruido es el camino más directo a la autocomplacencia condescendiente y más bien representa una especie de egofrenia y bypass progresista que lo que probablemente alberga es un ego mal gestionado disfrazado de conciencia. Autodenominarnos como feministas no nos hace mejores personas si no logramos damos cuenta en nuestro día a día de nuestros micromachismos, de nuestros mansplainings y de qué mandatos y patrones tóxicos aún seguimos replicando. Pensar que la igualdad es una palabra y no ver que en realidad representa un verbo, pues conlleva una práctica diaria, es caer en el autoengaño de la deconstrucción. La deconstrucción como concepto, surge en la teoría del filósofo